El antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof abrirá a partir del año que viene, tras unas labores de acondicionamiento, la terraza de su terminal para que turistas y locales puedan contemplar desde allí las vistas de la capital.
El Gobierno de la ciudad-estado anunció hoy en un comunicado la aprobación de una partida de 20 millones de euros para convertir el aeródromo, que tuvo un papel fundamental en el “puente aéreo” durante el bloqueo a Berlín Occidental y dejó de operar en 2008, en una nueva atracción turística.
La terraza se habilitará en toda la planta superior de la terminal de pasajeros de Tempelhof, un histórico y monumental edificio de planta casi semicircular y más de un kilómetro de largo que se alza en el centro de la capital alemana.
Está previsto que las obras empiecen en breve e incluyan un centro de información para turistas, donde se dará cuenta de la historia del aeródromo, además de un sistema integral de indicaciones en el edificio y la terraza.
Para 2016, informó el Gobierno de Berlín, se podrá abrir ya al público un segmento de la terraza superior.
El diario berlinés “Berliner Morgenpost” añadió por su parte que el restaurante y la cafetería con vistas que desde hace años están previstas para la terraza de Tempelhof no estarán concluidos antes de 2017.
Desde hace años, parte de las instalaciones de la terminal y los hangares, ya rehabilitadas, se emplean para grandes ferias comerciales, como la muestra de moda Bread & Butter.
La historia de este aeropuerto siempre ha estado ligada a las distintas vicisitudes de Alemania, pero se convirtió en símbolo de la Guerra Fría cuando la administración del sector soviético, tras el fin de la II Guerra Mundial, bloqueó Berlín Occidental.
A lo largo casi un año, entre el 24 de junio de 1948 y el 12 de mayo de 1949, el aeropuerto fue el escenario de una de las mayores operaciones aéreas de carácter humanitario de la historia.
Cortadas las comunicaciones terrestres de Berlín Oeste, los aviones que aterrizaron en la base, hasta uno por minuto, se convirtieron en la esperanza de supervivencia de los sectores occidentales de la ciudad.
Sus pistas, sin aviones desde hace ocho años, han sido objetivo de multitud de propuestas y proyectos, pero ninguno ha prosperado por su elevado coste o por la oposición ciudadana.
En mayo del año pasado, los berlineses decidieron en referéndum que su emblemático aeropuerto permaneciese intacto, como un gran parque público.
Mientras tanto, la explanada se ha convertido en un enorme parque en el corazón de la ciudad donde se organizan festivales de música y concursos internacionales de cometas, y donde los berlineses practican aficiones al aire libre y organizan barbacoas en verano. EFE
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