No hace falta ser economista para saber cuál es la solución a la crisis de desabastecimiento y escasez que agobia a los venezolanos. Si no hay producción, no podemos esperar que haya productos. Si tampoco hay dólares porque el precio del petróleo viene cayendo, tampoco podemos esperar que los artículos que antes se producían aquí, sean reemplazados por importados. Para que haya más oferta debe haber más producción, no menos. Elemental ¿no?
¿Cómo se entiende entonces, que para combatir la crisis de desabastecimiento que tenemos, se prohíba fabricar unos productos, para que se fabriquen otros? Si se ordena a una ensambladora dejar de producir diferentes modelos de carros, para que se ensamble un modelo único ¿aumentará el total de carros producidos? Claro que no. Seguiremos viendo el mismo número de carros, solo que todos serán iguales.
Es increíble que este tonto ejemplo, que parece de escuela primaria, sea el que vemos que el Gobierno ha puesto en práctica para, supuestamente, paliar la escasez de harina precocida de maíz, el ingrediente principal de la esencial arepa. Se pretende hacer ver que, al prohibir la producción de diferentes mezclas de harina de maíz, como la integral y otras, mejorará en algo el abastecimiento total de harina.
A pocos días de vigencia de la norma, hemos visto que la promesa resultó ser falsa. La harina de maíz no abunda, y solo se encuentra una versión, que por supuesto es la regulada. En realidad, la medida escondía la intención de reforzar aún más el férreo control de precio que atenaza a los productores de este rubro desde hace 14 años. No se buscaba aumentar la producción.
¿Qué hemos ganado los consumidores? Mayor oferta no, ya lo sabíamos. ¿Qué hemos perdido? El derecho a elegir, de entre una variedad de productos, el que más nos guste.
Una cosa salta a la vista, Venezuela debe ser uno de los pocos países, probablemente el único, que prohíbe a los fabricantes elaborar alimentos en versión integral, mejorada o destinada a las personas con indicaciones especiales para la dieta o la salud. Los que se anotan en la tendencia global que busca una alimentación más saludable, deben haber tomado buena nota de esto.
Hemos visto que, después de la desaparición de las mezclas de harina para las arepas, solo se ve en las estanterías algo de harina para hacer cachapas marca P.A.N., la cual no compite con la harina precocida para hacer arepas, ya que solo sirve para elaborar las tradicionales cachapas. La cachapa es, al menos, la opción que sobrevive en el cada vez más reducido menú de posibilidades para seguir disfrutando de nuestros platos tradicionales, de manera fácil y rápida.
Entonces, ¿producir menos dará como resultado que haya más? Es un contrasentido. Los consumidores no solo queremos que haya productos. También es nuestro derecho poder elegir entre diferentes marcas, presentaciones y versiones, de acuerdo con nuestro propósito y preferencia. Hasta hace muy poco tiempo, por cierto, disfrutar de estas opciones era lo habitual. Nos parecía de lo más normal. Amanecerá y veremos…
JMQ
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Fuente: Rayli
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