El autobús va cargado de pasajeros. Apremia el tiempo: el conductor lo sabe. Por eso acelera, sin importar que corrompa la ley. De pronto, entre el vallenato y el calor, avista peligro en el horizonte. Frena de golpe, hace la maniobra y esquiva. El resultado, sin importar la molestia de los atónitos usuarios, no es de lamentar esta vez.
En Valencia los huecos funcionan como fiscales de tránsito. Son, a falta de uniformados, los que obligan a bajar la velocidad del conductor imprudente. También producen la ira del ciudadano mesurado, ese que paga impuestos, y mucho más en repuestos.
Pasa en la avenida Carlos Sanda. Sus 800 metros están gobernados por la falta de transitabilidad, el desorden y el desarraigo. Hay reportes desde noviembre de 2013 de un hueco con poco más de un metro de ancho, que obliga a vehículos frenar abruptamente justo al frente de una tienda de pinturas. Sigue igual 23 meses después, aunque varias veces se ha intentado reparar.
El dinero ha estado disponible. Según la memoria y cuenta del Ministerio del Poder Popular para el Transporte terrestre, en 2014 se aprobaron ocho mil 680 millones, 487 mil 370 bolívares para la construcción y mejoras de vías urbanas, autopistas, carreteras y redes viales principales. Esa cifra comparada con el situado constitucional 2015 sería el tercer presupuesto más alto, solo por detrás de lo asignado a Zulia y Miranda.
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fuente: koropeza
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