Es un hecho conocido por los extranjeros que viven en Tailandia -no tanto por los turistas- que la proverbial calma de los tailandeses puede esfumarse en cuestión de segundos: en una cultura que reprime la manifestación exterior de los sentimientos, a menudo es difícil percibir los signos de cólera en las personas, a pesar de que esta puede estar creciendo en su interior, hasta que de repente, sin previo aviso, estalla. Más de uno se ha llevado una paliza inesperada por este motivo.
Es lo que le ha sucedido a una familia británica, que fue brutalmente agredida por un grupo de tailandeses borrachos durante el pasado Songkran, el año nuevo budista, que se celebró el 13 de abril. Los hechos ocurrieron en Hua Hin, una localidad costera a 136 kilómetros al suroeste de Bangkok. Al parecer, el padre, un hombre de mediana edad, chocó con un hombre que se encontraba ya en mitad de una discusión. Ni corto ni perezoso, el tailandés le asestó un puñetazo en plena cara, tumbándole.
Cuando su esposa, y posteriormente su hijo, increparon a los agresores, la tensión fue creciendo hasta que de repente todos ellos fueron objeto de una paliza a manos de cuatro personas. Otro tailandés que trató de mediar en la pelea fue también golpeado, así como una mujer tailandesa que acabó en el suelo y escapó a gatas.
fuente: ycalderon
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