Diciembre es sinónimo de comelonas, calorías en exceso y bebidas espirituosas por doquier, por lo cual resulta utópico y hasta irrisorio hacer dieta en esta época. Sin embargo, no todo está perdido ni hay que resignarse a recibir el 2015 con kilos adicionales. La Región / Johana Rodríguez
No se trata de un truco o de sacrificar algún delicioso producto navideño sino de darle la bienvenida a un nuevo estilo: la hallaca vegetariana que cada año tiene más seguidores, pues complace el antojito de la época y no genera cargo de conciencia ni peleas con el jean favorito.
Quienes arrugaron la cara tan sólo al leer la palabra vegetariana porque piensan que le quita la esencia al plato por excelencia al final del año en el país, están equivocados; hay muchas maneras de preparar el exquisito platillo sin amanecer con un “rollito” nuevo, lo cual no resulta exagerado si se toma en consideración que en promedio una hallaca aporta al organismo 600 kilocalorías.
Esta cifra estimada por especialistas del Instituto Nacional de Nutrición (INN), es lo necesario para cubrir los requerimientos de un almuerzo. Es por eso que los expertos recomiendan reducir los tamaños para poder juntarla en el plato con la ensalada de gallina, el pan de jamón, el dulcito de lechosa y el ponche crema; sino esto se convierte en un plato que puede llegar a proporcionar más de 2.000 calorías, cuando nuestro organismo sólo necesita 2.300 al día.
Quienes no quedaron convencidos con esta opción pueden preparar hallacas más pequeñas o comerlas solo en las fechas especiales, es decir, el Día del Espíritu de la Navidad para quienes acostumbran hacer el ritual y el 24 y 31 de diciembre, y no convertirlo en el plato de todos los días, más si adicionalmente incluye pernil, ensalada de gallina y pan de jamón.
Igualmente es importante recordar que bajo ninguna circunstancia se puede sustituir el agua por el refresco ni abusar de la ingesta de bebidas alcohólicas, las cuales aparte de los daños que causan a la figura, pueden provocar adicción y generar un problema de dimensiones inimaginables.
Ahorre
Además de ahorrar calorías y mantener a raya los grotescos “cauchos” que insisten en formarse al menor descuido en abdomen, cintura y cadera, con la opción de la hallaca vegetariana se ahorra un dinero que puede invertir en la compra de una prenda de vestir para compensarse por su buena alimentación.
Mientras la hallaca tradicional, ícono de la temporada decembrina en el país, está conformada por harina de maíz, aceite vegetal (mejor sustituto de la manteca de cochino), pimentón, ají dulce, cebolla, zanahoria, alcaparras, aceitunas, pasitas, cerdo, pollo o gallina y carne de res, aparte de las hojas de plátano y el pabilo, la opción más verde va rellena con huevo sancochado, chayota, berenjenas y plátano.
Este plato sale más barato a la hora de elaborarlo o adquirirlo en la calle, donde desde ya las están ofertando a partir de 80 bolívares; sin embargo, y producto de la especulación que suele reinar al cierre del año debido a la alta demanda, los vendedores consultados señalaron que ese es el precio “por ahora” porque a partir del 1 de diciembre se espera un aumento, tendencia que irá en alza el 24 y 31 de diciembre.
Por eso es recomendable hacer las compras con antelación para no ser víctimas de los comerciantes inescrupulosos que venden con sobreprecio y deben ser denunciados ante los entes competentes para que apliquen las sanciones de rigor.
Plato con historia
Cada uno de los ingredientes de este calórico plato tiene sus raíces. La hoja de plátano fue usada por los afrodescendientes y los indígenas desde principios de su historia. La masa significa la tradición americana del hombre de maíz y se impone como tradición en la cultura alimentaria de nuestra nación. En el interior de la hallaca se aprecia el crisol del mestizaje, la llegada de los europeos a estas tierras a través de los guisos de carnes de gallina, cerdo y res, aceitunas, alcaparras y pasas. La hallaca personifica el amasijo de culturas, de costumbres propias e impuestas.
El origen de este alimento se remonta a la época de la colonia. Cuenta la historia que los indígenas elaboraban este plato con las sobras de las comidas de sus amos, mezcladas con masa de maíz envuelta en hojas de plátano para darles el sabor de este tubérculo; así nació este alimento tan emblemático para la idiosincrasia nacional, producto del mismo proceso de mestizaje al que fueron sometidos los pueblos originarios.
Con el tiempo cada región de Venezuela le ha impreso el sello característico de sus tradiciones gastronómicas y es así como en Oriente les agregan papas y huevos sancochados en rebanadas, en Los Andes garbanzos y tomate, en Los Llanos gallina y en el centro ciruelas pasas.
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Fuente: pamela
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