En 1999 fue capturado un hombre acusado de haber asesinado y luego comido a más de 10 personas al suroeste de Venezuela. Se calificó a sí mismo como un “cazador” de humanos.
Ernesto J. Navarro / ActualidadRT
-¿Usted mató a esas personas?
-Sí, yo las maté.
-¿Y se las comió? ¿Eso es cierto?
-Sí, yo me los comí.
El periodista Carlos E. Giménez, de 25 años, ha viajado más de 540 kilómetros desde el centro occidente del país, para llegar al estado Táchira, al suroeste de Venezuela. Está sentado frente al hombre del momento, y ese hombre está esposado porque se le considera el criminal más peligroso del país.
Por esas horas de febrero de 1999, aquel reo de nombre José Dorángel Vargas Gómez, es señalado por las autoridades de ser un asesino en serie: el primero que conoce la Venezuela petrolera.
Carlos no es el único que entrevistará al “caníbal” esa mañana, afuera del penal de Santa Ana hay un mar de unidades móviles, antenas, cables y demás equipos de transmisión en remoto.
Circo
“Aquello parecía un circo”, contó el periodista a RT. “Y las mismas autoridades de la cárcel, civiles y militares, fomentaban ese ambiente. Se hablaba menos de los crímenes y más del personaje”.
Tras la segunda pregunta, Carlos Giménez es interrumpido por un guardia nacional que hace preguntas a Dorángel (quien ya había sido bautizado con el remoquete de ‘comegente’) en medio de las risas de otros uniformados:
-¿Cómo se los comía? –Y mirando al periodista con gesto de complicidad, le dice: “Escucha esto”.
-Yo los cocinaba. –Respondió ‘comegente’.
El militar no aguanta la risa, pero sigue con ‘su’ entrevista.
-¿Usted se comería a Caldera? –Pregunta. (Rafael Caldera era el presidente de la República en ese momento)
-¡Yo no como carne vieja! –Responde Dorángel y estallan las risas.
“Más que un asesino y un caníbal, aquel hombre era tratado como una atracción circense que hacía reír a algunos. Había matado y comido a sus víctimas y los guardias se reían”, comentó Giménez.
Primer caso
Todo se remonta a 1995. La prensa del estado Táchira (fronterizo con Colombia) publica una noticia que conmociona a la ciudadanía: la captura de Dorángel Vargas.
Un individuo que vivía en las calles y que resultó acusado de asesinato y de comerse el cadáver de un ciudadano identificado como Cruz Baltazar Moreno, también indigente.
Nadie, hasta ese momento, se había percatado de la evolución criminal del asesino. Dorángel era conocido en las comisarías de la zona porque ya había perpetrado delitos menores antes de liquidar a Moreno.
‘Y venía de mal en peor’, dice un refrán venezolano. Este hombre, que nació en 1957, abandonó la escuela primaria en el tercer grado y “estrenó su adolescencia robando gallinas”, dice un relato periodístico.
Poco después, Dorángel escaló un peldaño y se hizo experto en el robo de ganado. Agrega el recuento de prensa que “algunos de sus compinches cuatreros le tenían asco porque el sujeto disfrutaba comiendo carne cruda (…) se dice que una vez que robaron algunas vacas, mató una, le sacó el corazón aún caliente y se lo comió entero”.
Cuando fue llevado ante un juez por el caso de Cruz Baltazar Moreno, se le ordenó una evaluación psicológica. Dorángel fue diagnosticado con esquizofrenia paranoide y remitido al Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica, en Peribeca, un pequeño poblado ubicado a 45 minutos de San Cristóbal, la ciudad capital del estado Táchira.
Para 1997, Dorángel había respondido bien al tratamiento y fue dado de alta.
A los pocos días de salir en libertad ubicó el sitio donde dormía otro indigente, de nombre Antonio López Guerrero y sin mediar palabras “lo asesinó a sangre fría”, según información publicada en Internet. Más tarde se sabría que López Guerrero fue el encargado de denunciar a Dorángel por su primer asesinato.
Vendedor de carne
El periodista Carlos Giménez contó a RT que en su investigación recopiló muchas versiones jamás confirmadas, sobre ‘comegente’.
“Me dijeron, por ejemplo, que él había matado a varias personas y que vendía la carne a una carnicería cercana a su radio de acción. Es decir, habría hecho comer carne humana a otras personas”, dijo Giménez.
La misma historia de NotiTarde cuenta otra versión sin confirmar (que circulan como leyendas), según la cual ‘comegente’ ofrecía banquetes de carne a otros indigentes y que estos habrían preguntado a Dorángel “de dónde sacaba la carne, pues que supieran, por ahí no había vacas y él no tenía dinero para comprar”.
La captura
Los dominios de Dorángel se extendían por las orillas del río Torbes. Un pequeño raudal de menos de 70 kilómetros de longitud, en que discurren aguas de aspecto rojizo debido a su paso por tierras arcillosas.
Esa zona boscosa le sirvió siempre de refugio natural y en ella podía desaparecer durante semanas.
El 12 de febrero de 1999, un grupo de excursionistas atravesaron, sin saberlo, los dominios de ‘comegente’ y entre la maleza distinguieron algo que los hizo salir corriendo a pedir ayuda. Debajo de unos arbustos sobresalían restos de manos y pies ensangrentados.
Las autoridades que atendieron la denuncia del hallazgo cercaron la zona y además de lo que indicaron los excursionistas, descubrieron también vísceras guardadas en frascos de vidrio y tres cabezas humanas.
Dorángel fue descubierto y detenido cuando regresaba a su guarida. Minutos más tarde relataría con suma tranquilidad todos los detalles de sus crímenes a unos oficiales atónitos.
De sus víctimas, dijo a los investigadores, prefería “la carne de los hombres (porque) sabe mejor que la de las mujeres”, La carne de mujer, aseguró Dorángel “es como comer flores y te dejan el estómago flojo”.
‘Comegente’ aseguró que era un cazador de incautos que pasaban cerca de su territorio. Los golpeaba con “una punta de eje, que es una pieza de metálica de camión”, explicó Carlos Giménez.
Los mataba, contó Dorángel a Giménez, “para comérselos y darles de comer a los demás indigentes de la zona”.
Desequilibrado
Luego de su encuentro con Dorángel, el periodista Giménez estuvo seguro de haber entrevistado “a una persona desequilibrada, que no estaba en sus plenos cabales. Pero me sorprendió la profundidad que tenía en la mirada. Yo entrevisté a un hombre de poco hablar, que se limitaba a responder con pocas palabras lo que se le preguntaba”.
Al finalizar la entrevista, recuerda Giménez, “recorrí el sitio donde dormía Dorángel. Había construido una serie de túneles entre los matorrales, allí en las márgenes del río Torbes, cada túnel terminaba en un claro y en cada uno de ellos Dorángel guardaba cosas diferentes: uno para cocinar, otro con ropa y así”.
Le adjudicaron más de 10 asesinatos, aunque pudieran haber sido más.
Carlos Giménez considera que quedaron muchos cabos sueltos en ese caso. “¿Hasta dónde es cierta toda la historia contada por el propio ‘comegente’? ¿Habrá, ese hombre esquizofrénico, matado y comido a todos los que dijo?”.
Soy frutero
Dorángel sigue preso en la cárcel estado Táchira a falta de centros especializados donde recluirlo, según reza una sentencia del año 2010.
Llevado a una audiencia, respondió a preguntas de una psiquiatra forense. Dorángel Vargas, le dijo:
“Yo no he vuelto a ver los espíritus, porque yo los he dejado quietos también, no me meto con ellos, los veo pero no se me incorporan, ellos me dicen que no me van a volver dejar manejar, yo era motorizado, manejaba motos grandes, ahorita como bien, me gustan los órganos de las personas, porque los del pollo no, los órganos de las personas son más buenos: el corazón, los pulmones, es como comer pera, así como así. Pero en la calle como muchas frutas, soy frutero, es todo”.
fuente: Vanessa Rodrìiguez
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